lunes, 20 de septiembre de 2010

Gente buena; buena gente.

El viernes perdí la cartera. Llevaba 25 euros, el carnet de conducir, el de identidad, las tarjetas del banco, un boleto de la primmitiva, otro de El Gordo...unas fotos de cuando ella y yo éramos más jóvenes, un justificante de pago del aspirador que dejé a arreglar...el carnet de socio de la FNAC, de Carrefour, de Día... un regalo pequeño, minúsculo, de una gran amiga... en fin, que la llevaba en la cazadora, el bolsillo abierto (acababa de fichar la salida en la empresa), y me debió de caer, bien al montar en el coche, o bien al bajarme de él. De hecho fui hasta el lugar donde había aparcado (también volví al trabajo, al aparcamiento), pero nada. Un desastre, pensé, y un coñazo tremendo tener que hacer todo el papeleo e toda esa documentación. Casi ni comí... con el disgusto. Cogí el móvil y llamé al servicio de anulación de tarjetas de crédito. Bueno, al menos no me robarían, ni comprarían nada por ahí a mi nombre. Luego llamé a la policía y preggunté qué tenía que hacer. Una chica me dijo que esperar un día o dos, por si alguien la encontraba y la devolvía. Confesó que no me hiciera ilusiones. cada vez queda menos buena gente, afirmó con la tristeza de su voz embarrancando en mi oído. Paciencia, ¿no?. Eso es. Ya, y colgué. Entonces me encaminé hacia el parque de la Santa Margarita y me senté cerca de mi banco de siempre (ocupado por dos chicas que se besaban entre risas y bromas, felices sabe Dios por cuanto tiempo).
Entonces apareció otra vez él. El hombre que me dijo lo del Tsunami en Coruña. Y se acercó.
-¿Qué tal? -preguntó sentándose a mi lado.
-Bueno... hay días mejores.
-Y peores.
-Mire, no quiero escuchar otra vez esa historia de...
-No te preocupes por la cartera, ni por lo que hay dentro -dijo cogiendo una hoja de castaño del suelo-; aparecerá. Es más recibirás una llamada por teléfono... de una chica y...
--Le pido por favor que
El teléfono móvil sonó:
-Hola. ¿Eres Juan Mariñas?
-Sí, yo soy.¿Quié eres?
-Te llamamos de la FNAC, acaba de estar aquí un hombre y dijo que había encontrado tu cartera; bueno, que la había encontrado y que miró dentro y vio tu carnet de socio y se vino hasta aquí... a ver ssi te localizábamos.
-Pues muchas gracias, de verdad.
-No, no gracias a él, nosotros...
-¿Está ahí todavía? -le pregunté.
-Pues... pues no, hace unos minutos estaba por aquí.
Miré al hombre que tenía sentado a mi lado. Sonrió.
-Te lo dije, mensajero. Te lo dije. Confía en mí. Tienes que decirlo, la gente tiene que estar preparada, debe de saber qué hacer en el caso de que un Tsunami se aproxime a estas costas.
-Pensarán que estoy loco, me echarán del trabajo, joder.
-Ten FE.
-No puedo, lo siento -y me levanté dirección la FNAC.
-Lo harás: eres buena gente; terco como una mula, pero buena gente -dijo.
Lo oí perfectamente, y hago todo lo posible por olvidarlo. Y no lo consigo.
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