lunes, 22 de febrero de 2010

Los críticos y la crítica

Éramos tres y estábamos rodeados por un enjambre de tiburones. Yo podía ver a las otras dos personas entre las olas, pero ya no distinguía sus rasgos; apenas oí sus voces y el color del pelo, largo y rubio, casi albino, en una de ellas y negro y muy corto en la otra, parecía el mismo desde la distancia a la que yo me hallaba. Nada más caer al agua (¿o nos tiraron?) los tiburones había hecho acto de presencia; en cuestión de segundos, acabaron con el primero de mis amigos. Fue todo demasiado rápido, demasiado... violento. Sólo se vio sangre, una sangre muy roja y viscosa, espuma llena de burbujas y las aletas de los tiburones nadando en circulos cada vez más lentos. Estuvieron así unos minutos, hasta que avanzaron en dirección al otro náufrago (¿o éramos polizones?.Entonces permanecieron quietos, flotando, dejándose llevar. tan pronto mi amigo se percató intentó nadar en sentido contrario: fue inútil. Sus brazadas y el golpeo de sus piernas en el agua llamó la atención de los tiburones que no se habían saciado. Luchó por alejarse, primero, y se enfrentó a ellos cuando se vio perdido. Vi (¿o lo soñé?) como muchas de sus patadas impactaba en el cuerpo de alguno de los tiburones, consiguiendo por momentos que retrocediesen. estuvo así hasta que se cansó y, después de cinco o seis horas (¿o fueron años?) se entregó, rendido. Lo devoraron con calma, arrancándole poco a poco cada uno de sus miembros.
Ahora vendrán a po mí(¿o es a por ti?). Llevan un rato dando vueltas a mi alrededor, supongo que estudiando los movimientos que realizo. Estoy tranquilo: les acabo de decir que son iguales que algunos críticos literarios: que no piensan, que sólo les interesa la carnaza; les interesa eso y que los escritores nuevos (y buenos, que los hay, y no hablo ahora de mi, sino de ti, de tu amigo, de tu hermana, de tu hijo...) no saquen la cabeza no vaya a ser que desmonten parte del chiringuito y sean ellos los que desaparezcan.
Se marchan, no me han comido, supongo que todavía soy poco bocado para esas fieras, quizás me dejen engordar, y el año que viene, o el siguiente, o sabe Dios, se presenten para devorarme como hicieron con el primero de mis amigos. Él también era escritor (¿Como tú?) y no le dieron la oportunidad de hablar, de defenderse; o con el segundo; por un intante creí escuchar la voz de Flaubert:"Se hace crítica cuando no se puede hacer arte, del mismo modo que se trabaja de espía cuando no se puede ser soldado".

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