jueves, 4 de febrero de 2010

Panzón y Piel de salitre


Conocí a Panzón en el verano de 1999. Mi amiga Clara Freire me había hablado de este cerdo durante casi toda la primavera, día sí y día también. Cuando por fin me decidí a visitarlo tuve que desplazarme con ella hasta el pueblecito costero de Sorte, cerca de Corme, a sesenta kilómetros de Coruña. Desde el primer momento que vi a Panzón me pareció un gorrino muy peculiar. Joaquín Patiño me explicó su comportamiento y su historia, y el experimento que estaba llevando a cabo "en lo que a la alimentación del animal se refiere". Oí ensimismado su relato y sus anécdotas y la manera con la que iba enlazando su vida con la de Panzón y la de los habitantes de Sorte. Cuando me di cuenta estaba tomándome con él una cerveza sin alcohol (una idiota, que dicen por allí) en el bar de Ger, Germán, el dueño del Namber Wuan, tomando notas sin parar sobre la barra, escuchando a Gaucho, el loro, un guacamayo que había comprado hacía ya muchos años a una gitana en el puerto de cádiz. Luego supe lo de Gandul, el perro eterno de Sorte, y lo de Carlota, la gaviota, personajes todos de mi novela Piel de Salitre. Panzón fue la llave que me abrió la puerta a un mundo de creencias que yo desconocía; a un mundo donde lo real es irreal, y viveversa. Por eso esta foto es la primera. La tomé aquel día, intuyendo que un día estaría en un lugar como este. es especial... aunque sólo sea un cerdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario