Mi amigo Javier Erre me ha dicho que me estoy radicalizando, que no debo cegarme con ciertas situaciones y actos, y emplear palabras que son mal sonantes. La verdad es que tiene razón... en esto último. Intentaré controlarme, fenómeno; pero tú sabes, "compañeiro", que no es fácil. Esta sociedad-reptil que nos rodea con sus obligaciones y casi nos asfixia día sí y día también hacen que, justo de fuerzas,hago unúltimo intento por calmar mi conciencia. No puedo callarme cuando veo lo veo cada día en las calles de esta ciudad que nos cobija; cuando observo a personas que se apuñalan en pos de un quedabién o de una palmadita en la espalda; no puedo callarme cuando se especula con la tierra, los árboles, con los mares... con los trabajadores; no puedo, neno, en serio... no puedo... y sé que tienes razón, lo sé, pero hay algo dentro de mí, que me dice escribe esto, escribe lo otro, habla de aquello, habla, habla, habla, escribe, escribe. Te podría contar tantas cosas que tú serías el primero en devolverme la razón que yo te doy ahora. Es lo que hay. Un tío roba 52 euros y le caen cuatro años (tenía antecedentes) y un tipo roba, defrauda, o llámalo como quieras, tropecientos millones de euros y se va de rositas. un delincuente mata a un joyero, a una cajera o a taxista ¿y qué pasa? Cárcel, sí, pero a los cuatro, seis u ocho, o antes, está en la calle, otra vez. ¿Y los violadores? La sociedad basura nos confunde con su olor fétido. España se desangra por la arteria de la justicia. ¿Dónde está el cuerpo de Marta del Castillo, en paz descanse? ¿Qué les pasó realmente a las niñas de Alcasser? ¿Y por qué le hicieron todas esas barbaridades? ¿Por qué estaba fuera de la cárcel el hombre que mató a la niña Mariluz? ¿Justicia? No la hay. Para esos padres no existe, ni existirá. Sus niñas, sus hijas, sus ángeles... que Dios, mi Dios, guíe sus almas, estén donde estén.
¡Qué triste!
martes, 27 de julio de 2010
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