jueves, 4 de marzo de 2010
Patrimonio de la Humanidad (y mucho más)
Gracias a la Torre de Hércules he publicado mi primera novela; la historia es larga, muchos ya la sabéis, así que la contaré abreviando un poco:
yo estaba asistiendo a un taller de creación literaria (impartido cada viernes por Pedro A. Ramos García) cuando surgió la posibilidad de publicar un relato que tuviese algo que ver con la Torre (el libro en cuestión se tituló Cuentos de la Torre). Cada uno de nosotros escribió lo que le pareció, Pedro supervisó cada uno de los relatos y dijo su parecer. A mí se me ocurrió el relato de la prostituta Daliana, un periodista y la perra Sugar... que titulé ¿En qué piensas? La edición corrió a cargo de Inéditor. Y fue esta editorial, cuando se presentó el libro de la Torre, el diez de mayo de 2008, la que se interesó por mi escritura. A mí me pareció el notición del año... pero como soy tan optimista dije: leerán lo que tengo y después: hasta luego, noruego, encantado de conocerte, Juan, pero si te he visto no me acuerdo. No fue así, a Dios gracias, y a que Gonzalo y Susana, cabezas visibles de la editorial, hicieron caso a su intuición por encima de todo. Les presenté los comienzos de las novelas que tenía escritas y les insistí en En un lugar de Irlanda; creí, y creo, que esa debería de ser mi primera novela publicada... como así fue. Estuvieron de acuerdo y me apoyaron en todo (¡¡alucinante en estos tiempos que corren!!). Les daré siempre las gracias; siempre.
Ahora, cada vez que veo la Torre de Hércules también le doy las gracias, o si escucho hablar de ella le digo que todo irá bien, que no se preocupe por todo ese follón de la restauración o lo que sea; cuando la declararon Patrimonio de la Humanidad me alegré como si me dieran una paga extra doble, en serio. Tengo algo con esa Torre (cariño, respeto, recuerdos) y espero y deseo que le vaya bien, lleva ahí tantos años, viendo la verdad de esta ciudad de La (A) Coruña, siendo su alma, que sería una pena que el urbanismo cainita que a veces se da por estoa lares acabara asfixiándola.
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