Me cuenta una amiga lo siguiente:
en septiembre un profesor de un Instituto de Enseñanza Secundaria sale de trabajar y al llegar al aparcamiento donde había dejado el coche lo encuentra con las cuatro ruedas pinchadas y, a lo largo de todo el lateral derecho, una rayadura ; en el cristal delantero, bajo uno de los limpiaparabrisas, hay una nota (un folio doblado a la mitad) que dice: jódete, cabrón.
Al llegar a casa por la noche, tarde y cabreado, se lo cuenta a su mujer, una policía local. se acuestan indignados y apenas concilian el sueño. Suena el despertador y desayunan casi sin dirigirse la palabra. Ella se marcha antes. Se pone el uniforme en el cuartel y sale a trabajar junto al conductor de la grúa que retira los vehículos mal estacionados. Está enfadada y no es capaz de quitarse del pensamiento lo sucedido a su marido. Ella, que solía ser más bien benevolente y comprensiva con ciertas situaciones y estacionamientos, decide que esa mañana no va a pasar ni una, "que ya está bien de ser buena de más". Retiran una media de tres coches por hora. Uno de ellos es el de una persona al que se le ha muerto la madre dos días antes y estaba en el Registro Civil arreglanddo el papeleo que acarrea el acta de defunción. Tardó exactamente tres minutos y cuarenta segundos. Al salir su automóvil, un Renault Clio blanco, no está. Un taxista, el mismo que le lleva a déposito de coches, le dice que vio que la grúa de la policía se lo llevaba. El hombre logra recuperar su coche, previo pago de la cantidad correspondiente para poder sacarlo de allí, y llega a casa tan indignado o más que el profesor o la mujer de éste. Su ex-esposa ya no está, su hija tampoco, sólo se encuentra con su hijo, que acaba de recibir la noticia de que ha suspendido selectividad. Sus miradas se encuentran. El padre pregunta qué tal y él responde que normal, ocultando el resultado de su nota. ¿No era hoy cuando te daban la nota? No. ¿Seguro? Sí. El padre sabe que le está mintiendo, y eso le duele más que lo del divorcio, que el fallecimiento de su madre, que lo de la grúa y el coche, que los euros de la multa; que le mienta le duele muchísimo más, y le provoca una decepción tremenda... y está a punto de decirle que es un cobarde, y un mentiroso, pero se calla, va a la cocina y enciende la tele. Escucha que los profesores de instituto ganan casi tres veces lo que gana él. Al rato de estar allí baja a la calle, cuando cierra la puerta su hijo sigue en el salón; no sabe que acabó de jugar a la Playstation. El chaval se levanta, abre una lata de Pepsi y se va a su habitación. Mira por la ventana. Y a los dos minutos observa a un hombre que se acerca a un coche, saca una navaja y pincha las cuatro ruedas,raya todo un lateral y deja un papel bajo el limpiaparabrisas.
lunes, 4 de octubre de 2010
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