Resulta que ahora, parece ser, me tengo que buscar un agente literario. ¡¡Hay que joderse!! Que uno no es nadie sin agente literario (todos mujeres, según me comentaron). Es lo que hay, Juan; es mi consejo, es lo mejor que puedes hacer. Pues no tengo ganas de ir por ahí molestando a la (a)gente, intentando convencerles de soy un buen escritor, de que con mi primera novela tuve un éxito relativo (joder, qué bien queda eso del éxito relativo), que tengo tres novelas más escritas y que soy un tipo por el que merece la pena apostar; no me apetece nada todo esto, sinceramente, y soy consciente de lo que ello significa: si la editorial Inéditor no está por la labor de publicar Piel de salitre... adiós a Migas de Pan y a Nunca te enamores en verano. Por un lado me da pena, bastante, la verdad, pero por otro casi casi me alegro. He visto tanto paripé y tanto quedabién que si no vuelvo a presentar una novela en mi vida sabré perfectamente cuál fue la razón. En este país nada (o casi nada) es lo que parece: novelas que se cortan y se recortan, premios que se reparten, grupos editoriales que avasallan a las cabezas independientes, dinero por aquí, dinero por allá y al escritor ná de ná (o casi ná). Esto está montado así (frase célebre de mi padre) y no hay nada que hacer. Lo siento mucho por toda esa gente que me pregunta cuándo sale Piel de salitre; de verdad que lo siento, lo siento por todos aquellos que compraron (y todavía compran) En un lugar de Irlanda, y contribuyeron a que un sueño (mi sueño) se hiciese realidad. Ahora mismo no tengo ni idea de lo que va a pasar con esa novela (ni con las otras). Todo indica que el asunto de la crisis y alguna cosilla más han congelado esa novela (con alma gallega, por cierto). Faltan seis meses para diciembre y quizá de aquí allá las cosas cambien (aunque lo dudo). Quiero desde aquí dar las gracias una vez más a todos, de verdad, a todos, los que me ayudaron y me animaron, a los que me aconsejaron y me hicieron ver su opinión: muchas, muchas gracias, desde el corazón, de un lugar del alma, desde el país de los sueños imposibles (que se hacen realidad). Que nadie entienda esto como que tiro la toalla, no es eso, simplemente, estoy sentado, con ella en la mano, observándola, escuchando, comodecía mi amigo Miguelón, una voz que me dice: templa los nervios, Juan; hay que tamblar los nervios.
Ya se verá.
Por cierto: la presentación de la novela en Barcelona fue muy entrañable. La recordaré siempre. ¡Qué buena (a)gente (literario)!
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¡Te encontré!
ResponderEliminarSí, la presentación en Barcelona estuvo muy bien. La de Coruña, también. Todo está bien cuando se rodea de buena gente.
Seguro que esas novelas saldrán y las leerá la (a)gente, y se volverán a emocionar. En lo de tener que ir vendiéndose por ahí, estoy totalmente de acuerdo contigo.
Un día, un grupo de amigos estábamos cenando en una entrega de premios. Herralde, el dueño de Anagrama estaba al lado. Un amgigo me dijo: "Pablo, tienes que venderte..." Yo todavía no había publicado nada, pero le contesté que prefería que mi obra hablara por mí. Puede sonar presuntuoso, pero es que, si lo escrito no merece la pena... ¿qué sentido tiene sacarlo a la luz? Puede que así no llegue a nada, seguro, pero lo que salga a la luz, será porque ha merecido la pena, no porque yo tenga más o menos dotes de vendedor.
Un abrazo, Juan.
Te sigo.