martes, 28 de diciembre de 2010

Luz, gas, gasolina (otra vez).

Noches de bohemia (Navajita Plateá y Alba Molina)



Noches de bohemia y de ilusión
yo no me doy a la razón
tú como te olvidaste de eso.
Busco y no encuentro una explicación
solo la desilusión
de que falsos fueron tus besos.
Ya no sé como olvidarte, eh, eh
como arrancarte de mis adentro.
Desde que te marchaste
mi vida es un tormento.
Y ya no quiero recordarte, eh, eh
ni siquiera ni un momento
pero llevo tú imagen
grabada en mí pensamiento.

Noches de bohemia y de ilusión
yo no me doy a la razón
tú como te olvidaste de eso.

Yo quiero vivir distante
de todo aquello que era nuestro.
Pero el aire me trae
aromas del recuerdo.

No me pidas que me calle, eh, eh
y tú no sabes lo que siento
me has hecho una herida
en mi sentimiento.

Noches de bohemia y de ilusión
yo no me doy a la razón
tú como te olvidaste de eso.
Busco y no encuentro una explicación
solo la desilusión
de que falso fueron tus besos.

Noches de bohemia y de ilusión
yo no me doy a la razón
tú como te olvidaste de eso.

Noches de bohemia y de ilusión
yo me doy a la razón
tú como te olvidaste de eso.
Busco y no encuentro una explicación
solo la desilusión
de que falsos fueron tus besos.

Noches de bohemia y de ilusión
yo no me doy a la razón
tú como te olvidaste de eso.

Busco y no encuentro una explicación
solo la desilusión
de que falso fueron tus besos.

Noches de bohemia y de ilusión
yo me doy a la razón
tú como te olvidaste de eso...

lunes, 27 de diciembre de 2010

Mi carro (Manolo Escobar)

Se acaba el año

Hoy es el último lunes del 2010. Es hora de recapacitar y hacer balance. Estos doce meses han tenido de todo: bodas, bautizos, comuniones, funerales, entierros. He conocido a media docena de personas que valen mucho, muchísimo, la pena. Ya sólo por eso el año habría sido positivo. Son lo que yo llamo buena gente; gente en peligro de extinción. Espero estar a la altura de su amistad. También me dado cuenta de los que están por lo que están, del paripé que asola todo "ese mundillo de la literatura". He echado de menos alguna llamda de teléfono, algún correo electrónico, alguna palabra sincera, sin recovecos ni dobleces... así es la vida para algunos. Lástima. El vacío que produce la soledad debe de ser horrible... se les nota.
Este año he leído unos cuantos libros, he escrito, he vivido. He estado enfermo y me he recuperado. Me han engañado... y me he dejado engañar... sólo para ver hasta donde podían llegar.Casi ha sido divertido... si no fuera por el látigo implacable de la decepción. ¡Qué pena!
Y este año fue el año de Ele. Mi Ele. La gran Ele. Y de I. El año que fui feliz. El año en el que supe lo grande que es el mundo contigo, con vosotras, aquí.
Feliz año a todos.
Salud y Suerte para todos, incluso para los que alguna vez desearon que no llegara hasta aquí.
Que Dios os perdone... porque yo ya lo he hecho.

Lectura recomendada

Los demonios del Edén (Lydia Cacho.Grijalbo Random House Mondadori)

jueves, 23 de diciembre de 2010

Frankly Mr Shankly (The Smiths)

La frase

-Señora Magloire -respondió el obispo-, os engañáis; lo bello vale tanto como lo útil. -Y añadió, después de una pausa-: Tal vez más.
(Victor Hugo. Los miserables. Volumen I. Unidad Editorial)

Un día

Que nadie abuse de los seres indefensos.
Que nadie trafique con sus cuerpos, órganos y sentimientos.
Que nadie lo haga. (Ocurrirá)
Que las leyes vean y juzguen.
que lo hagan sedientas de paz y orden. (Ocurrirá)
Que las almas vuelvan para recomponer todo lo que el poder corrompe.
Que lo hagan sabiendo a lo que se exponen.(Ocurrirá)
Que África se levante y nos pida explicaciones.
Que lo haga con los ojos brillantes de la necesidad y el hambre. (Ocurrirá)
Que Dios baje del cielo con escudo y espada.
Que lo haga dispuesto a derramar millones de litros de sangre. (Ocurrirá)
Que las mujeres no mueran asesinadas por las manos que tanto amaron o que tanto la desearon.
Que no muera ni una más. (Ocurrirá)
Que los ancianos vean el ocaso de sus vidas rodeados de cariño y comprensión.
Que lo hagan mientras los padres comprenden a sus hijos y éstos a aquellos.
Que lo hagan. (Ocurrirá)

lunes, 20 de diciembre de 2010

El miércoles: lotería

Pasado mañana habrá mucha gente que se lleve una de las alegrías de su vida. El sorteo de navidad,el gordo, ya está aquí otro año más. Por veinte euros te tocan trescientos mil. Visto así no está nada mal. Si uno se pone a echar números las posibilidades de que el décimo que todos, o casi todos, compran, compramos, son escasísimas. Pero jugamos. Y soñamos. Yo al menos lo hago. Trescientos mil euros no me quitarían de trabajar pero sí que alejarían de mi lado la sombra alargada de la hipoteca y mme sobrarían dinero, y eso, con los tiempos que corren, es suficiente motivo como para gastar veinte euritos consciente de que los acabas de tirar.
Hoy pensaba en esto; en lo que haría con todo ese dinero, en lo maravilloso que sería ir al banco y decirles: oigan, por favor, que lo de la hipoteca me lo descuentan de esto... y el resto, si no les importa me lo guardan unos meses o unos años; Dios dirá. Pensaba en eso, y casi puedo jurar que iba hablando solo por la calle real, cuando vi a hombre tirado en un portal, entre cartones. Y continué andando; y me topé con una chica que me ofrecía pañuelos de papel con la voz cercenada por la desgracia. Y continué camino; y una señora e pidió una limosna con los enmarcados en el cuadro de la desesperación y una foto de dos niños pequeños. Y seguí caminando; y a través del cristal de una cafetería vi al marido de una amiga mía. Sólo tiene un año más que yo. Y me detuve. Estaba sentado, frente a su suegro. Los dos en silencio. Y recordé lo de su tumor cerebral, la operación, y lo que le estaba costando volver a ser la persona que había sido (la gran persona que era, que es). Y estuve a punto de entrar y saludarle. Pero levantó la vista y sus ojos, su mirada, estaban perdidos.
-Joder -me dije-, daba los trescientos mil euros de pasado mañana por la recuperación de este buen hombre -e inicié dde nuevo el camino.

No hay mayor, y mejor, lotería que la salud te acompañe día tras día.

Buena suerte a todos.

Lectura recomendada

Estúpidos hombres blancos. (Michael Moore. Ediciones B)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Cediendo el paso

Durante este último mes me he estado fijando en algo que puede parecer extraño (tal vez lo sea): elaborar una estadística casera de los conductores que ceden el paso (sin que ninguna señal lo haga obligatorio); para mí es un gesto que agradezco y que al mismo tiempo los define y valora. Mi coche es un coche normalito del todo, un coche de mensajero, vamos.
Empiezo:
Las mujeres (una por cada cinco varones) te dejan pasar más (por lo menos a mí) que los hombres.
Dentro de las mujeres, las que tienen coches de menor valor(una de cada tres) son más amables y sonrientes que las que conducen BMW, Mercedes o Audi.
Y dentro de las mujeres que tienen coches modestos, las de mediana edad, es decir de treinta hasta cincuenta años, son más comprensibles con un tipo como yo. (Tres de cada cuatro dejan que pase yo). Curioso, ¿no?
Vayamos con los hombres:
En la mayoría de las veces (en siete de cada diez oportunidades ocurre así)me deja pasar antes un conductor que lleva un BMW, Mercedes o Audi, que otro con un coche más humilde. (Lo que me ha sorprendido un poco la verdad)
Y son los hombres que pasan de los cincuenta (dos de cada tres) los que dejan de mejor gana que me incorpore a la carretera o calle por donde ellos circulan.
Los más jóvenes casi nunca te facilitan la maniobra (sólo uno de ocho)
Ahora debería de sacaer las conclusiones(personales) que todo estudio estadístico acarrea; y mitad en serio, mitad en broma son las siguientes:
Las mujeres son bastante más comprensivas que los hombres.
Las mujeres de entre treinta y cincuenta todavía creen en la existencia de algún hombre bueno (y te dejan pasar para ser tú parte de su estudio estadístico).
Las mujeres de coches modestos son mejores personas que las de coches de gama alta (sinque ello quiera decir que éstas últimas sean malas, aunque sí egoísticas y egocéntricas).
Las mujeres más jóvenes sólo ven un tipo de cuarenta años con cara de agobiado metido dentro de un coche, sin más. (Es muy posible que con otra clase de coche y con la cara de un viernes por la tarde, de un sábado, o de un domingo por la mañana, me dejaran pasar casi sin dudarlo).
Los hombres que pasan de los cincuenta y conducen coches potentes ya viene un poc de vuelta de la vida y permiten que no pierdas el tiempo esperando; porque saben mejor que nadie que el tiempo es oro y el suyo, sus mejores años,ya lo han disfrutado.
Los hombres con coches modestos y de mediana edad están quemados por la sociedad y por los cambios que se ha producidos en los últimos veinte años. Sólo piensan en la hipoteca y poco más.
Y los más jóvenes (esos que no me dejan pasar casi ninguna vez) no me ceden el paso porque, supongo, están pensando en follar. O eso creo yo viéndoles la cara; y si no es así, me empezaría a preocupar. Porque hay alguno que lo necesita de verdad.

Lectura recomendada

Calles con Historia (Alfonso García López. Espacio Cultura editores)

jueves, 9 de diciembre de 2010

En

En el albero de tus ojos consumo mis días
esperando en vano a que tú te decidas.
En el mar de tus sonrisas navego a la deriva
ignorando si amainará mi amor algún día.
En el volcán de tu cuerpo imagino mi alegría
con el deseo de lo imposible abriendo mis heridas.
En el aire de tus besos se confunden mis diatribas
recordando que jamás confesé lo mucho que te quería.

La frase

1 Clama, hermanos, la divina Escritura diciéndonos: “Todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”. 2 Al decir esto nos muestra que toda exaltación es una forma de soberbia. 3 El Profeta indica que se guarda de ella diciendo: “Señor, ni mi corazón fue ambicioso ni mis ojos altaneros; no anduve buscando grandezas ni maravillas superiores a mí.” 4 Pero ¿qué sucederá? “Si no he tenido sentimientos humildes, y si mi alma se ha envanecido, Tú tratarás mi alma como a un niño que es apartado del pecho de su madre”.

5 Por eso, hermanos, si queremos alcanzar la cumbre de la más alta humildad, si queremos llegar rápidamente a aquella exaltación celestial a la que se sube por la humildad de la vida presente, 6 tenemos que levantar con nuestros actos ascendentes la escala que se le apareció en sueños a Jacob, en la cual veía ángeles que subían y bajaban. 7 Sin duda alguna, aquel bajar y subir no significa otra cosa sino que por la exaltación se baja y por la humildad se sube. 8 Ahora bien, la escala misma así levantada es nuestra vida en el mundo, a la que el Señor levanta hasta el cielo cuando el corazón se humilla. 9 Decimos, en efecto, que los dos lados de esta escala son nuestro cuerpo y nuestra alma, y en esos dos lados la vocación divina ha puesto los diversos escalones de humildad y de disciplina por los que debemos subir.

10 Así, pues, el primer grado de humildad consiste en que uno tenga siempre delante de los ojos el temor de Dios, y nunca lo olvide. 11 Recuerde, pues, continuamente todo lo que Dios ha mandado, y medite sin cesar en su alma cómo el infierno abrasa, a causa de sus pecados, a aquellos que desprecian a Dios, y cómo la vida eterna está preparada para los que temen a Dios. 12 Guárdese a toda hora de pecados y vicios, esto es, los de los pensamientos, de la lengua, de las manos, de los pies y de la voluntad propia, y apresúrese a cortar los deseos de la carne. 13 Piense el hombre que Dios lo mira siempre desde el cielo, y que en todo lugar, la mirada de la divinidad ve sus obras, y que a toda hora los ángeles se las anuncian.

14 Esto es lo que nos muestra el Profeta cuando declara que Dios está siempre presente a nuestros pensamientos diciendo: “Dios escudriña los corazones y los riñones”. 15 Y también: “El Señor conoce los pensamientos de los hombres”,16 y dice de nuevo: “Conociste de lejos mis pensamientos”. 17 Y: “El pensamiento del hombre te será manifiesto”. 18 Y para que el hermano virtuoso esté en guardia contra sus pensamientos perversos, diga siempre en su corazón: “Solamente seré puro en tu presencia si me mantuviere alerta contra mi iniquidad”.

19 En cuanto a la voluntad propia, la Escritura nos prohíbe hacerla cuando dice: “Apártate de tus voluntades”. 20 Además pedimos a Dios en la Oración que se haga en nosotros su voluntad. 21 Justamente, pues, se nos enseña a no hacer nuestra voluntad cuidándonos de lo que la Escritura nos advierte: “Hay caminos que parecen rectos a los hombres, pero su término se hunde en lo profundo del infierno”, 22 y temiendo también, lo que se dice de los negligentes: “Se han corrompido y se han hecho abominables en sus deseos”.

23 En cuanto a los deseos de la carne, creamos que Dios está siempre presente, pues el Profeta dice al Señor: “Ante ti están todos mis deseos”.

24 Debemos, pues, cuidarnos del mal deseo, porque la muerte está apostada a la entrada del deleite. 25 Por eso la Escritura nos da este precepto: “No vayas en pos de tus concupiscencias”.

26 Luego, si “los ojos del Señor vigilan a buenos y malos”, 27 y “el Señor mira siempre desde el cielo a los hijos de los hombres, para ver si hay alguno inteligente y que busque a Dios”, 28 y si los ángeles que nos están asignados, anuncian día y noche nuestras obras al Señor, 29 hay que estar atentos, hermanos, en todo tiempo, como dice el Profeta en el salmo, no sea que Dios nos mire en algún momento y vea que nos hemos inclinado al mal y nos hemos hecho inútiles, 30 y perdonándonos en esta vida, porque es piadoso y espera que nos convirtamos, nos diga en la vida futura: “Esto hiciste y callé”.

31 El segundo grado de humildad consiste en que uno no ame su propia voluntad, ni se complazca en hacer sus gustos, 32 sino que imite con hechos al Señor que dice: “No vine a hacer mi voluntad sino la de Aquel que me envió”. 33 Dice también la Escritura: “La voluntad tiene su pena, y la necesidad engendra la corona.” 34 El tercer grado de humildad consiste en que uno, por amor de Dios, se someta al superior en cualquier obediencia, imitando al Señor de quien dice el Apóstol: “Se hizo obediente hasta la muerte”.

35 El cuarto grado de humildad consiste en que, en la misma obediencia, así se impongan cosas duras y molestas o se reciba cualquier injuria, uno se abrace con la paciencia y calle en su interior, 36 y soportándolo todo, no se canse ni desista, pues dice la Escritura: “El que perseverare hasta el fin se salvará”, 37 y también: “Confórtese tu corazón y soporta al Señor”. 38 Y para mostrar que el fiel debe sufrir por el Señor todas las cosas, aun las más adversas, dice en la persona de los que sufren: “Por ti soportamos la muerte cada día; nos consideran como ovejas de matadero”. 39 Pero seguros de la recompensa divina que esperan, prosiguen gozosos diciendo: “Pero en todo esto triunfamos por Aquel que nos amó”. 40 La Escritura dice también en otro lugar: “Nos probaste, ¡oh Dios! nos purificaste con el fuego como se purifica la plata; nos hiciste caer en el lazo; acumulaste tribulaciones sobre nuestra espalda”. 41 Y para mostrar que debemos estar bajo un superior prosigue diciendo: “Pusiste hombres sobre nuestras cabezas”. 42 En las adversidades e injurias cumplen con paciencia el precepto del Señor, y a quien les golpea una mejilla, le ofrecen la otra; a quien les quita la túnica le dejan el manto, y si los obligan a andar una milla, van dos; 43 con el apóstol Pablo soportan a los falsos hermanos, y bendicen a los que los maldicen.

44 El quinto grado de humildad consiste en que uno no le oculte a su abad todos los malos pensamientos que llegan a su corazón y las malas acciones cometidas en secreto, sino que los confiese humildemente. 45 La Escritura nos exhorta a hacer esto diciendo: “Revela al Señor tu camino y espera en Él”. 46 Y también dice: “Confiesen al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. 47 Y otra vez el Profeta: “Te manifesté mi delito y no oculté mi injusticia. 48 Dije: confesaré mis culpas al Señor contra mí mismo, y Tú perdonaste la impiedad de mi corazón”.

49 El sexto grado de humildad consiste en que el monje esté contento con todo lo que es vil y despreciable, y que juzgándose obrero malo e indigno para todo lo que se le mande, 50 se diga a sí mismo con el Profeta: “Fui reducido a la nada y nada supe; yo era como un jumento en tu presencia, pero siempre estaré contigo”.

51 El séptimo grado de humildad consiste en que uno no sólo diga con la lengua que es el inferior y el más vil de todos, sino que también lo crea con el más profundo sentimiento del corazón, 52 humillándose y diciendo con el Profeta: “Soy un gusano y no un hombre, oprobio de los hombres y desecho de la plebe. 53 He sido ensalzado y luego humillado y confundido”. 54 Y también: “Es bueno para mí que me hayas humillado, para que aprenda tus mandamientos”.

55 El octavo grado de humildad consiste en que el monje no haga nada sino lo que la Regla del monasterio o el ejemplo de los mayores le indica que debe hacer.

56 El noveno grado de humildad consiste en que el monje no permita a su lengua que hable. Guarde, pues, silencio y no hable hasta ser preguntado, 57 porque la Escritura enseña que “en el mucho hablar no se evita el pecado”. 58 y que “el hombre que mucho habla no anda rectamente en la tierra”.

59 El décimo grado de humildad consiste en que uno no se ría fácil y prontamente, porque está escrito: “El necio en la risa levanta su voz”.

60 El undécimo grado de humildad consiste en que el monje, cuando hable, lo haga con dulzura y sin reír, con humildad y con gravedad, diciendo pocas y juiciosas palabras, y sin levantar la voz, 61 pues está escrito: “Se reconoce al sabio por sus pocas palabras”.

62 El duodécimo grado de humildad consiste en que el monje no sólo tenga humildad en su corazón, sino que la demuestre siempre a cuantos lo vean aun con su propio cuerpo, 63 es decir, que en la Obra de Dios, en el oratorio, en el monasterio, en el huerto, en el camino, en el campo, o en cualquier lugar, ya esté sentado o andando o parado, esté siempre con la cabeza inclinada y la mirada fija en tierra, 64 y creyéndose en todo momento reo por sus pecados, se vea ya en el tremendo juicio. 65 Y diga siempre en su corazón lo que decía aquel publicano del Evangelio con los ojos fijos en la tierra: “Señor, no soy digno yo, pecador, de levantar mis ojos al cielo”. 66 Y también con el Profeta: “He sido profundamente encorvado y humillado”.

67 Cuando el monje haya subido estos grados de humildad, llegará pronto a aquel amor de Dios que “siendo perfecto excluye todo temor”, 68 en virtud del cual lo que antes observaba no sin temor, empezará a cumplirlo como naturalmente, como por costumbre, 69 y no ya por temor del infierno sino por amor a Cristo, por el mismo hábito bueno y por el atractivo de las virtudes. 70 Todo lo cual el Señor se dignará manifestar por el Espíritu Santo en su obrero, cuando ya esté limpio de vicios y pecados. (Capítulo Séptimo. La Humildad. Regla de San Benito)

jueves, 2 de diciembre de 2010

La frase

Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver.
(Proverbio judío)

Sólo

No quiero dinero ni fama
Ni mujeres bonitas, ni un coche nuevo.
No quiero nada de eso.
No quiero el mundo a mis pies
Ni un barco velero
Ni una casa de diseño.
No.
No quiero nada de eso.
No quiero halagos ni fiestas
Ni amigos con puñales al que darles la espalda.
No.
No quiero nada de eso.
Sólo quiero que sepas mi sueño:
compartir contigo el puerto de la vejez
con el sol iluminando todos nuestros recuerdos.