lunes, 29 de noviembre de 2010

Lectura recomendada

El país de las sombras largas (Hans Ruesch. EDICIONES DEL VIENTO)

El destino (historia de un perro)

La historia que voy a contar es trite y es real. Pero es una lección importante que no conviene olvidar:
El perro se llamaba Khan y era un caniche. Su dueña, mi amiga Isabel, lo tenía desde cachorro. Se lo había regalado uno de sus primeros novios, que se mató en un accidente de moto, hace ya seis o siete años. Fue un palo muy grande, tanto para ella como para Khan. Pero la vida, a veces, ofrece segundas oportunidades, incluso terceras y cuartas, e Isabel recuperó buena parte de su alegría un par de años después de aquello. Se enamoró de nuevo y desenamoró casi al mismo tiempo. conoció hombres que la querían, pero que no querían a su perro. Hasta que apareció Arturo. ¿Qué ocurrió? Que a Khan no le gustaba él. Y menos que Arturo le gustaba la moto de este. Pero a mi amiga Isabel, Arturo le encantaba. Y es cierto que a veces se acordaba de aquel novio y de aquel accidente de moto, pero enseguida se le pasaba el llanto. Khan, ella me lo dijo, la veía llorar, muy de vez en cuando, y se ponía nervioso, casi histérico. En realidad no era por sus lágrimas, era porque le estaba advirtiendo que aquello de la moto no le gustaba para ella; y menos para él. Así que un día el perro comenzó a negarse a viajar con ellos en moto. Se rebelaba. Y tuvo que conseguir una mochila para meterlo dentro antes de salir de casa y subirse a la moto. Lo oí llorar y agitarse allí, sacando el hocico por la red que le facilitaba el aire. Isabel casi se había acostumbrado a viajar así, con sus lloros y sus quejas, con sus diminutos saltos embutidos en el cuero de la bolsa. Hasta que llegó una curva y Arturo perdió el control de la moto y el suelo los llevó hasta la cuneta, a ellos, y al abismo de la muerte, a Khan.
Ese día, me lo dijo aún hace poco, entendió que aquel perro había intuido lo que iba a pasar.Ella tuvo suerte. Arturo también. Khan no. A veces todavía cree que la mochila, colgada en un perchero de su casa, se mueve cuando ellos ven por televisión las carreras de motos. De haecho, ARturo, me lo ha asegurado. Por eso lo escribo, claro, Artruro. Claro que te creo.

Hoy no me puedo levantar (Mecano)

jueves, 25 de noviembre de 2010

Un encuentro

Que el rencor no empañe tu vida.
y que tu memoria no recuerde mi nombre.
Que tus manos se olviden de las mías
Y que mis palabras no aten tus actos
Que tus besos vayan hacia otro hombre
Y que mi llanto no hable muy alto.
Que tu decepción no lastre un pasado
y que el futuro te ragale todos los días.
Que la verdad es la que yo te dije
Y no, lo juro, la que tú creiste.
Es una pena que unos ojos como los tuyos
se oscurezcan por mi culpa tan a menudo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

99 años

Casi cien años, abuelo. Sólo faltaron tres meses. Sé que te hubiese hecho ilusión; pero, como bien dijiste un día detrás de esa cocina de leña que te arropaba, prefiero no cumplirlos si no los voy a poder recordar. Y así ha sido. Aunque hubieses llegado a ellos, tal y como estabas estas últimas semanas, no los hubieses disfrutado. Has sido fiel a tus ideas hasta el final. Y eso, hoy en día, y con la que está cayendo... tiene mucho, mucho mérito. Yo lo valoro, y lo sabes. Lo sabías.
Ahora intento asimilar que no veré más tus ojos ni oiré tus palabras. No sentiré tus abrazos ni tu mano golpeando suavemente mi cara. Intento aceptar que en la aldea seguirá nevando y tú no estarás para decirme:escucha el viento, escucha el silencio, escucha la voz del fuego; ya no estarás para contarme historias que olían a verdad; ya no estáis ni tú ni la abuela. Tanto tú como ella habéis llenado tantas horas de mi infancia, tantos veranos... semanas santas... ya no volverán; gracias por tus consejos, por tus opiniones, por tus regañinas. Cuando uno participa en una guerra civil, dijiste un día con el brillo de tu mirada cegándome, todo es muy relativo. Imagino que sí. Seguro que es así. No pises a nadie pero no te dejes pisar, comentaste otro día. Sigue un camino, desvíate si hace falta y regresa de nuevo, sólo así aprenderás. Si quieres comprobar tu amor por alguien aléjate de él durante un tiempo razonable. Sólo así sabrás su verdadero alcance. Me dijiste tantas cosas, sabías tanto... y nunca te vi enfadado. Lo juro. Nunca. Serio sí, pero enfadado o de mal humor no. Y eso sí que es algo grande, admirable. La guerra civil, supongo. Estar en el bando de los ganadores cuando se piensa como un republicano. Cumplías órdenes... lo sé... y el corazón, mientras tanto, se iba desangrando. Cuando me lo explicaste entendí un poco mejor este gran misterio que es la vida y el ser humano.
Gracias por todo, de verdad. Sólo tengo de ti grandísimos y buenos recuerdos. Los guardo con la intención de disfrutarlos... solo o acompañado. Mi padre te echará mucho de menos.

Lectura recomendada

El año que trafiqué con mujeres. (Antonio Salas. Ediciones Temas de Hoy)

jueves, 18 de noviembre de 2010

Fusco (Berrogüetto)

La frase

He sido fiel tantas veces, que si alguna vez no lo fui, no me acuerdo. (Karlos Arguiñano. 12/12/2004. En La Voz de Galicia)

Para ti

Te regalé mi tiempo
y un mar de besos.

Te regalé mis sueños
y mis tardes de invierno.

Te regalé caricias sin frenos
y un amor eterno.

Te regalé mis manos y mis ojos
y un horizonte limpio de recuerdos.

Te lo regalé todo.
Y todo fue poco.

Para ti.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Es mi soledad



Solo, hilando recuerdos que hablan de ti,
solo, escupo el silencio que brota en mí,
lloro e invento lamentos
que disfrazan verdades que encuentro.
Miento y escondo la angustia al descubrir que miento,
por la cobardía que vive en mi,
lloro y asumo en silencio
los errores que tuve y enseñan saber.
Es mi soledad, la que me insulta pegada a mi piel,
la que me grita tienes que aprender, es mi soledad.
Es mi soledad la que no quiere ser, la que tiene el rencor,
la que me lleva siempre a suplicar
por esos versos y caricias que me enseñó tu amor.
Es mi soledad la que se deja ver, la que me hará aprender,
la que me lleva siempre a recordar
lo que es la amarga, pura y dura, soledad.
Es mi soledad.
Frío que siento perfecto, consuelo de tontos,
orgullo de necios, palabras sin fondos,
mi ahogo es sincero, en el mar de mi alma en deshielo.
Tiempo, rimando los versos, que pierden sin tus besos,
me entrego al recuerdo, sufriendo si pienso
y cansado me espero a que el tiempo lo cure
y me lo haga saber
Es mi soledad la que me insulta, pegada a mi piel,
la que me grita tienes que aprender, es mi soledad.
Es mi soledad la que no quiere ser, la que tiene el rencor,
la que me lleva siempre a suplicar
Por esos versos y caricias que me enseñó tu amor
Es mi soledad la que se deja ver, la que me hará aprender,
la que me lleva siempre a recordar
Lo que es la amarga, pura y dura, soledad.
Es mi soledad.
Por más que lo intento, no entiendo.
Por más que lo siento, por más que me acuerdo,
por más que me enredo, sin más que en silencio
me acuerdo de ti.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Lo sabes

No puedo amarte como tú lo haces.
Ni puedo entregarme en cuerpo y alma.
No puedo. No quiero. Y lo sabes.

No puedo besarte como tú pretendes.
Ni puedo dar rienda suelta a este deseo que arde.
No puedo.No quiero. Y lo sabes.

No puedo tenerte como tú soñaste.
Ni puedo caminar de puntillas sobre el placer de encontrarte.
No puedo. No quiero. Y lo sabes.

Tu amor es libre y sincero.
Y el mío no va a ninguna parte...
Lo siento.

Borracho (Los Brincos)

lunes, 8 de noviembre de 2010

La Teoría de las Tres Fases

Un buen amigo mío vive inmerso en la Teoría de las Tres Fases. Últimamente, después de la cuarta cerveza, no hace otra cosa que profundizar en ella. Está convencido de que todos los hombres la vivimos de una u otra manera y que darle la espalda o negarla es tan contraproducente como antinatural; es, dice compungido, traicionarse a uno mismo. Yo creo que no es para tanto; es más, de momento mi estado (pareces anquilosado, machiño, comenta)en la segunda de esas fases, "todavía te impide que vislumbres la realidad que se presentará cualquier día de estos" (lo afirma seguro de sí mismo). Asiento, y, sin que él lo sepa rezo para que no ocurra, por supuesto.
Según él, todos los hombres, a lo largo de su existencia pasan por tres fases fundamentales y que marcan su transcurrir:
La primera se produce alededor de los catorce, quince, dieciséis años y finaliza cercanos ya los veinticinco, año arriba, año abajo. En esta primera fase los adolescentes e inmaduros varones se enamoran constantemente y a todas horas, de una o varias féminas, incluso en un mismo día... o durante una noche. El noventa por cien de las mujeres resultan altamente atractivas y deseables (a medida que la madrugada avanza el porcentaje rozará en ocasiones el cien por cien). Uno saca tiempo de debajo de las piedras, el físico resiste palizas de alcohol y otros excesos casi sin inmutarse y Dulcinea se presenta a cada vuelta de esquina. Son unos años de verdadera actividad tanto sexual (a solas o con la pareja en cuestión) como afectiva (o efectiva). Pasado un tiempo, a veces prudencial, a veces claramente insuficiente, se produce una (aparente) madurez, un atisbo de responsabilidad que sorpende al mismo individuo de manera que lo desorienta. Se hace preguntas de una carga filosófica preocupante y puede darse la ciscunstancia de que reniegue de todo lo que ha hecho o vivido hasta el momento(el tanto por ciento es bajo pero no insignificante).
Llegado a este punto se entra en la segunda fase, que incluye unos quince o veinticinco años, más o menos:
Ya no le gustan todas las mujeres y a todas horas. De repente se percata, entre asombrado y maravillado, que sólo hay una, y única (sólo existe una en la cantidad de millones de chicas y mujeres que pululan por el mundo) que realmente lo llena, y lo complementa; sólo quiere estar con ella. Quiere conocerla y dejar que ella lo conozca (primer error grave, según mi amigo; el día que una mujer te conozca de verdad empezará a buscarse a otro, dice, y se pide otra cerveza). El estado de ensimismamiento y enamoramiento es tal que la familia se preocupa (al principio) y se alegra (casi de inmediato). Lo imposible se ha vuelto probable. Se deja de salir como se hacía antes; se desconecta de los amigos (en casos puntuales sin dejar casi huella); y, lo que para mi amigo es el segundo gran fallo, se peecibe un cambio voluntario hacia una posición de ceguera crónica y "encoñomiento", que causa la repulsa (a veces llega a envidia)de algunas amistades, compañeros de trabajo o conocidos. En esta segunda fase, ya al final, el individuo se casa, se hipoteca y forma una fammilia. Y es aquí, justo aquí, cuando en un porcentaje próximo al cincuenta por cien se produce la gran crisis. se abren los ojos de nuevo y el encantamiento va sin peinar, viste pijama y calza zapatillas. Mi amigo dice que a mí no se ve, todavía, inmerso en ella, y se alegra, pero que conoce casos muy recientes de amigos comunes que la sufren. Si no se supera... llega es el divorcio o la separación... y la entrada en la Tercera Fase:
Aquí se aprecia tres grupos bien diferenciados:
Si estás casado: te gustan todas las mujeres menos la tuya.
Si estás separado: te gustan todas y, a veces (más de la que quisieras), también deseas a tu exmujer.
Y si estás soltero: te gustan todas las mujeres y a veces (muchas más de lo que quisieras) también te gustan las mujeres de tus amigos.

Eso dice mi amigo, que por cierto, pertenece a este último grupo. Lo afirma tan convencido que a punto estoy de créermelo; menos mal que después de tomar esas cervezas con él vuelvo a casa dando un paseo y todo es como debería de ser. Un par de horas más ecuchándolo y estaría convencido que lo mismo que les ocurre a los hombres también le ocurre a la mujer. Y resoplo, la verdad.

Lectura recomendada

Los secretos del alcoholismo. Mujer, trabajo y juventud. (Francisco Alonso-Fernández. Ediciones Libertarias)

La Bamba (Los Lobos)

jueves, 4 de noviembre de 2010

Dices que

Una vez, hace mucho tiempo, te juré amor eterno
Ahora, años después, me arrepiento.

Una vez, hace mucho tiempo, te prometí el mar y el cielo
Ahora, años después, no lo recuerdo.

Una vez, hace mucho tiempo, hubiese dado mi vida por ti
Ahora, años después, me alegro de no haberlo hecho.

He visto las fotos en el hotel de Nueva York otra vez.
Sonríes y estás abrazada a él.
No te perdono.

El problema no es que mi corazón haya dejado de quererte.
El problema es que mi cabeza se niega darse cuenta de todo.

Y he visto que tus ojos no son los mismos que me observan,
Ahora, que hago que duermo, y permanezco en silencio.

Y pienso que, una vez, hace muchos años,fuimos un mismo cuerpo.

It´s a Heartache (Bonnie Tyler)